Párate un momento a pensar: ¿Sientes que tienes amigos y que puedes ser un buen amigo? ¿Cómo obtienes esa respuesta? ¿Estar rodeado de gente significa siempre caer bien y ser querido? Pregúntate, si por alguna razón necesitas que alguien te escuche, te apoye o incluso te haga una crítica constructiva, tendrás a esa persona a tu lado, aunque sea a distancia. ¿Sientes que te valoran por lo que eres o por lo que tienes?

Una vez oí a alguien decir que cada vez que tenía una dificultad o un problema en su vida, la gente se apartaba de ella, y fue entonces cuando me pregunté: ¿Cuál es el verdadero valor que tenemos para los demás? ¿En qué momento tenemos que preguntarnos qué podemos ser a su vez para los demás? ¿Sabes ser un buen amigo? ¿Das de tu corazón y de tu alma? Puede ser que a veces sólo esperemos esta entrega, complicidad y amor de los demás.

Para mí, la amistad está antes que cualquier tipo de relación, porque este sentimiento nos acompaña a lo largo de nuestra vida, en nuestra construcción como persona, como ser. Creo que en cualquier relación el factor principal es la amistad, ya sea en la familia, en el trabajo, en la escuela, entre muchos otros, la admiración, el respeto, el aprecio, el dar, son sentimientos que son fundamentales en una amistad. Debemos entender que imponer la amistad de alguien no es lo correcto, los sentimientos deben ser naturales y verdaderos, no debemos imponer nada, cualquier sentimiento debe ser libre.

Sabemos que somos únicos y que nadie debe compararse con el otro. Sepa respetar el espacio de la otra persona y deje claro que usted también quiere respeto, pero no imponga nada a nadie, deje que la otra persona elija libremente si quiere estar en su vida. Antes de querer tener amigos, sepa ser amigo, sobre todo de usted mismo, porque queriéndose, valorándose y respetándose a sí mismo entenderá lo que quiere de la otra persona para ser su amigo.