Cuando llegamos a un punto de nuestra vida en el que nos preguntamos por qué estamos viviendo una determinada situación o nos dirigimos hacia ella, empezamos a darnos cuenta de que es de fundamental importancia despertar nuestra conciencia para buscar las respuestas que buscamos.

¿Y cuáles son las respuestas?

Vivimos toda la vida pensando que sabemos mucho sobre nosotros mismos, otros incluso creen saberlo todo, pero con el despertar de nuestra conciencia, muchos descubrimos que sabemos mucho menos de lo que creíamos.

La respuesta es el desarrollo de nuestra conciencia, necesitamos observarnos más, saber reconocer quiénes somos realmente y así buscar el verdadero sentido de nuestra vida para poder dirigirla de la mejor manera posible.

Cuando nos conocemos mejor, tomamos las riendas de nuestra vida y nos sentimos más ligeros y felices, porque sabemos elegir lo que realmente necesitamos.

Es muy común que perdamos nuestro punto de referencia y en muchas situaciones terminamos aferrándonos a un punto de referencia externo, por lo que nos dejamos influenciar por eso o por aquellos que están a nuestro alrededor o no, pero que de cierta manera nos facilitan algunas situaciones.

Cuando desarrollamos el autoempoderamiento, a través de conocernos a nosotros mismos, podemos lograr lo que imaginamos y atraer lo que deseamos.  

Es muy importante que nos miremos a nosotros mismos y nos preguntemos:  

• ¿Cómo nos comportamos en los distintos entornos y situaciones de nuestra vida? -¿Cómo soy cuando me relaciono con distintas personas? ¿Soy la misma persona para todos?
• Cuando estoy solo, ¿me siento bien o necesito estar con otras personas para sentirme bien?
• Cuando nos conocemos de verdad y nos valoramos, nos acercamos más a nosotros mismos y así damos importancia a lo que queremos para nosotros, como nuestros ideales y necesidades.  

Siempre estamos buscando la felicidad, pero tenemos que entender que para encontrarla necesitamos recorrer un camino que es nuestro interior. Así que intenta conocerte de verdad y ser consciente de tus pensamientos y actitudes, saber reconocer y admitir tanto tus aciertos como tus errores y aprender de ellos.  

Cuando nos reconocemos ante cualquier acto, comprendemos nuestro valor.

Somos responsables del rumbo de nuestras vidas, no podemos culpar a nadie más.