La mejor experiencia que una mujer puede tener en la vida es, sin duda, la maternidad. La llegada de un hijo lo cambia todo, las prioridades cambian. Es un aprendizaje único e inolvidable, un vínculo tan grande que somos incapaces de medirlo. Entiendo que esta relación entre madre e hijo es un regalo Divino e incondicional, porque cuando amamos tanto como este amor maternal, no vemos los "límites de las cosas", sino que exageramos todo, el amor, el cariño, el celo, la protección, etc.

Pero, ¿todas las madres sienten este amor incondicional?

Es imposible responder a esta pregunta, pero creo que debería ser igual, pero cada madre es única, por lo que siente sus sentimientos de una forma única, es muy propio de cada ser. En las conversaciones entre madres podemos ver diferentes relatos de esta experiencia, pero en todas las conversaciones el amor es el sentimiento más sentido y experimentado.

Aquí relato mi propia experiencia de la maternidad, en la que me convertí en madre después de los 30 años y me di cuenta de que todo lo que había vivido antes no se correspondía con lo que estaba viviendo en aquel momento de la llegada de mi hijo. Siempre me había imaginado como madre, pero cuando ocurrió de verdad me sentí tan glorificada que me limité a darle las gracias y a amarle. Me di cuenta de que mi vida sólo estaba completa cuando di a luz a mi hijo y le quiero tanto que sólo evoluciono positivamente día a día.

Pero la maternidad también implica situaciones de miedo e inseguridad, porque como amamos tanto nos preocupamos por todo lo que pueda pasar y cuando esta preocupación es exagerada provoca miedo y podemos volvernos inseguras y el dolor es el resultado de este miedo. Debemos entender que el amor no genera dolor, así que antes que nada si es posible trata de trabajar tu amor para que no te cause dolor.

Entender que las preocupaciones son válidas, pero todas dentro de lo controlable, sin exagerar. La maternidad es una situación inexplicable para mí, porque cada persona siente de forma única, así que lo que puede servir de ejemplo para una mamá puede no servir de ejemplo para otra.

Ama sin miedo, pero sin exagerar.