Cuando nos paramos a pensar qué es la religión, nos damos cuenta de que es una construcción social y espiritual necesaria para muchas personas, que enseña valores importantes para la humanización del hombre.

Pero tenemos que darnos cuenta de que hay quienes no creen en las religiones y que no son inferiores a quienes sí lo hacen.

Quienes siguen una religión creen en la existencia de un poder superior y soberano, un principio superior y sobrenatural.

Una fe y devoción por todo lo que se considera sagrado.

Hay muchas religiones en todo el mundo, todas las cuales llevan a la gente a buscar algo más grande, pleno y soberano. Creen en la fuerza de ese poder, en que con fe sus vidas se transformarán en algo más grande y mejor.

La humanidad busca en la religión respuestas a sus angustias, miedos, problemas y demás.

Cada religión da un nombre a este poder soberano y creador de todo lo que podemos ver y de todo lo que no.

En el cristianismo este Creador de todo el universo es Dios, en el islam se llama Alá, en el hinduismo se llama Brahma y así en otras religiones de todo el mundo.

En todas las religiones, para exaltar, alabar y adorar al Ser Creador, al que deben obediencia, se construyeron templos, iglesias y sinagogas para que todos pudieran reunirse allí y celebrar la fe y el amor.

Todas las religiones que creen en este Creador tratan de seguir y obedecer sus preceptos en busca de la vida eterna.

Para que podamos vivir en paz en nuestra sociedad, tenemos que respetar la fe y la elección de los demás, sin prejuicios, tenemos el libre albedrío de elegir qué camino seguir, en qué creer.

Respetar a quienes no creen en el Creador de todo el universo es una gran señal de saber vivir en sociedad.

Somos internamente únicos en nuestra fe o no, y tenemos que darnos cuenta de que la religión es una elección, que debe ser armoniosa, sencilla y correcta.

Respetar para ser respetado.